viernes, 18 de julio de 2008

¿Tú también, Bruto?




Una hoja en blanco. La luz de mi pantalla como única nota de color y movimiento en un mundo oscuro y silencioso. Estoy fuera del tiempo, fuera del continuo machaqueo de la ley de acción-reacción que rige el triste mundo de los humanos. Con la luz, con el sol, volverá el ruido y la sociedad inundará lo bello. Me encanta escribir de noche.

Miro el título de la entrada, y al mirarlo se me viene una sonrisa a la boca. Lo he escrito antes de pensar siquiera en el texto. El concepto de esta entrada es más el título que el texto, es anterior al resto, tiene una experiencia y una vida que el resto de la entrada añorará. Las ideas que salten de entre estas líneas mirarán hacia arriba con respeto y desearán haber sido la idea que creó el encabezado. De alguna manera, el preludio de lo que se diría ha devorado a lo que se iba a decir. Hace tanto que no escribo.

Llevo escrito lo justo para llenar algo menos de cinco mensajes de móvil, y como si la hubiese convocado con urgencia, aparece La Duda. Nos sentamos. Lo hablamos. Le explico que da igual si alguien lee o no lee estas entradas. Comentamos que no tiene más sentido que el estricto gusto de ordenar pensamientos y resumenes de otra manera. Me recuerda que se convertirá en rutina, que no llevo bien las obligaciones y que soy de abandonar proyectos. Me revuelvo y me tiro al cuello, no tiene sentido modelar el qué será con lo que ya fué. Duda sobre duda, se agazapa en su rincón y espera volver a tener razón. ¿Alguna vez escribí con sentido?

La fuga inversa sigue su curso. Cada vez hay más de mí en la telepantalla. Cuanto más escribo, más salgo del punto muerto de su visión. Sin embargo, la libertad sigue siendo poder decir que dos y dos son cuatro. A partir de aquí, la certeza fria de que nos veremos en la amplia vereda que nos espera al traspasar cualquier discreta puerta trasera, y la duda de si eso será antes o después de sumar cinco con ciento uno.

... Yo también, que burro...

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